SALUDOS DESDE CÁCERES
Publicado: Jueves, 8 de Octubre de 2020 10:22:58
Buenos días y un saludo al Staff de este foro y a todos los usuarios del mismo. Para presentarme, mejor os cuento un poco mi recorrido motero, el cual empezó cuando contaba únicamente con la edad de 9 años y me subí por vez primera a una Montesa Cota 25 que le había tocado a un tío mío en un sorteo y que antes de venderla, pues el dinero le venía mejor, decidió dejarnos probarla a mi primo y a mi. Ese fue momento en el que me enamoré del mundo de las dos ruedas.
Tiempo después probé varios vespinos, Puch Minicros, una Gilera GR2 y otras motos pequeñas de mis amigos, más pudientes, pues nosotros éramos seis hermanos en casa y los tres trabajos de mi padre no daban para motos, aunque sí para vacaciones veraniegas en la playa.
Así las cosas, cuando mi hermano mayor tuvo su primer trabajo, se compró una Vespa E 200, que aún hoy conserva en perfecto funcionamiento y con la que yo me saqué el carnet de conducir.
Pues con el carnet en el bolsillo pero sin moto, continué abusando de la confianza de mis amigos y, por supuesto, de mi hermano hasta que un par de años después tuve un accidente de coche en el que yo viajaba de ocupante, a resultas del cual obtuve una indemnización que yo entregué en casa, como buen chaval responsable, aunque mi madre, sabiendo de mi pasión por las motos, decidió comprarme una preciosa Vespa TX 200, que disfruté durante 23 años por ciudad, pequeñas rutas por mi provincia y algún que otro viaje más largo, como el que hice por el norte de España durante 5 días, 2.500 kms, y un gran dolor de culo, pero... palos con gusto, no duelen.
Con la crisis de los cuarenta decidí que tenía que dar el salto a una moto de verdad y vendí la Vespa con muchísima pena, fue entonces cuando empecé a buscar en el mercado de segunda mano motos de carretera que fueran bajas de asiento pues con una estatura de 165 cm (con calzado puesto, eh!) no podía afrontar inseguridades. Fue así como llegué a una Honda CBF 600 N que yo convertí en una gran GT, pues era lo que me iba, viajar por lo largo y ancho de la piel de toro. Durante 6 años y 70.000 kms. disfruté y aprendí mucho con esta magnífica moto, 78 CV bien llevados dan para mucho, os lo aseguro.
Una vez pasado el medio siglo, tuve una nueva crisis y decidí que las sensaciones que me daba la CBF ya no eran suficientes, por lo que decidí venderla y buscar, nuevamente en el mercado de segunda mano, una buena rutera que me pudiera ofrecer ese plus que buscaba y no encontraba en la Honda. Fue entonces cuando me encontré con una FJR 1300 AS muy bien conservada, por lo que no me lo pensé dos veces, me cogí los bártulos y me fui a por ella a Santander. Todo un acierto del que continúo disfrutando a día de hoy.
Después de este ladrillo, con el que únicamente pretendo entretener, os envío un saludo desde esta tierra mía extrema y dura, a la que os invito conocer, pues tenemos unas magníficas rutas moteras por el norte de Cáceres de las que poder disfrutar. Un saludo
Tiempo después probé varios vespinos, Puch Minicros, una Gilera GR2 y otras motos pequeñas de mis amigos, más pudientes, pues nosotros éramos seis hermanos en casa y los tres trabajos de mi padre no daban para motos, aunque sí para vacaciones veraniegas en la playa.
Así las cosas, cuando mi hermano mayor tuvo su primer trabajo, se compró una Vespa E 200, que aún hoy conserva en perfecto funcionamiento y con la que yo me saqué el carnet de conducir.
Pues con el carnet en el bolsillo pero sin moto, continué abusando de la confianza de mis amigos y, por supuesto, de mi hermano hasta que un par de años después tuve un accidente de coche en el que yo viajaba de ocupante, a resultas del cual obtuve una indemnización que yo entregué en casa, como buen chaval responsable, aunque mi madre, sabiendo de mi pasión por las motos, decidió comprarme una preciosa Vespa TX 200, que disfruté durante 23 años por ciudad, pequeñas rutas por mi provincia y algún que otro viaje más largo, como el que hice por el norte de España durante 5 días, 2.500 kms, y un gran dolor de culo, pero... palos con gusto, no duelen.
Con la crisis de los cuarenta decidí que tenía que dar el salto a una moto de verdad y vendí la Vespa con muchísima pena, fue entonces cuando empecé a buscar en el mercado de segunda mano motos de carretera que fueran bajas de asiento pues con una estatura de 165 cm (con calzado puesto, eh!) no podía afrontar inseguridades. Fue así como llegué a una Honda CBF 600 N que yo convertí en una gran GT, pues era lo que me iba, viajar por lo largo y ancho de la piel de toro. Durante 6 años y 70.000 kms. disfruté y aprendí mucho con esta magnífica moto, 78 CV bien llevados dan para mucho, os lo aseguro.
Una vez pasado el medio siglo, tuve una nueva crisis y decidí que las sensaciones que me daba la CBF ya no eran suficientes, por lo que decidí venderla y buscar, nuevamente en el mercado de segunda mano, una buena rutera que me pudiera ofrecer ese plus que buscaba y no encontraba en la Honda. Fue entonces cuando me encontré con una FJR 1300 AS muy bien conservada, por lo que no me lo pensé dos veces, me cogí los bártulos y me fui a por ella a Santander. Todo un acierto del que continúo disfrutando a día de hoy.
Después de este ladrillo, con el que únicamente pretendo entretener, os envío un saludo desde esta tierra mía extrema y dura, a la que os invito conocer, pues tenemos unas magníficas rutas moteras por el norte de Cáceres de las que poder disfrutar. Un saludo